Todo
Dominicano tiene en su historia los cumpleaños cuando niño (carajito), donde
los viejos de uno le ponían el flu de los domingos y nos mandaban con un
regalito, que nunca sabías lo que era, para llevarle al festejado.
Los
cumpleaños tienden a dejar traumatizados a muchos niños, he sabido de adultos
que ven un payaso y salen corriendo o se quedan tieso y ni el habla les salen,
quizás cuando niño, algún payaso le pego tal susto que los dejo marcados o
simplemente los mismos padres le metían miedo, utilizando el payaso como la
versión cuco más animada y colorida.
No solamente ocurre eso, también existe el famoso soborno, desde chiquito
cuando la tía loca que anima el cumpleaños, salta con la frase: “El que no baila
no come bizcocho”, que cuerda me daba esa frase y quizás a muchos niños más, uno
que llega con el cocote hecho de comerse
el bizcocho, embarrarse de suspiro todos los labios e intentar quitárselo con
la lengua y en caso de no lograrlo recurrir al mágico dedo, que todo lo ayuda.
Otro
miedo de niño, era que practicaras algunos pasitos de merengue y luego te ponen
a bailar obligao con las muchachita más cercana, y la carajita te sale más
tiesa que la momia negra de relámpago Hernández y adiós ensayo del baile, ya
que todos te ven como un baila malo, pero también puede ser peor que la
carajita que te ponen a bailar diga: “Yo no quiero bailar con el” y niña al fin
lo dice de la forma más delicada (voceao), después se preguntan, porque los
hombres no sacan a bailar a las mujeres cuando adultos.
Nunca
faltaba en los cumpleaños el bizcocho de Vinicio á Nitin, refresco rojo y uva,
el confeti que después que se hacia el reguero, se le veía mala cara a la
persona que le correspondía limpiar después del cumpleaños. Los famosos
gorritos de cartón, que no eran autos ajustables, ya que estaban diseñado para
una cabecita por no decir normal y aquellos con la cabeza un poco más grande de
lo normal recibían el fuetazo de una gomita al romperse y la burla de muchas
veces ni poder ponerse el gorrito ese, porque siempre se rompían en el intento.
Luego
llegaba el mejor momento de todos, la piñata, era el mejor momento para agarrar
la mayor cantidad de dulces, que al final tus padres después de tanto esfuerzo,
golpes, empujones, aruñones, no te
dejaban comértelo todos por la gran cantidad de azúcar ingerida, siempre te la
guardaban para otro momento y nunca aparecía porque le hacían coca en la casa
los demás hermanos.
Es
una etapa caótica pero hermosa, son experiencias adquiridas muy buenas, ver tus
amiguitos, fuñir en cantidad, bailar, hasta que logras tu cometido, quedar
explotao y sudado que tu madre diga: “Estas más sudao que un loco o perro”,
aunque a sinceridad nunca he visto a ambos sudado o que te digan que hueles a
chinchilin.
Luego
viene el proceso de un buen baño, con un musu o con un trapito para quitarte el
sucio adquirido o intentar aclararte más de la cuenta.
Siempre
recordare a todos los cumpleaños que me invitaron cuando pequeño y a ustedes
como las pasaban? Algún recuerdo?